domingo, 25 de septiembre de 2011

EL PODER A TRAVES DE LA ORACION Edward M. Bounds


EL PODER A TRAVES DE LA ORACION
EDWARD M. BOUNDS


EL PREDICADOR Y LA ORACION
“Sus sermones duran una o dos horas, pero su vida predica toda la semana”. El plan de Dios es hacer mucho del hombre, muchos mas de él que todo lo demas, la iglesia esta en busqueda de los mejores metodos, Dios busca los mejores hombres. Lleva veinte minutos hacer un sermón, pero lleva veinte años hacer al hombre. El hombre hace al predicador, Dios hace al hombre. El sermon crece porque el hombre crece.

La predicación no es sino una vez, la voz en silencio muere, el texto es olvidado, el sermón desaparece de la memoria, el predicador vive. El hombre muerto da sermones muertos, el sermón muerto mata.

El predicador debe personificar el evangelio. El poder del amor debe estar en el predicador como una fuerza sobresaliente, inusual, inconsciente de si mismo, imperiosa. La energia de negarse a si mismo debe estar en su ser, su corazon, sangre y huesos. Debe ir hacia delante como hombre estre hombres, vestido de humildad, que permanece en mansedumbre, astuto como serpiente, manso como paloma; las ataduras de un siervo con el espiritu de un rey, con la simplicidad y dulzura de un niño. El predicador debe arrojarse a su trabajo por la salvacion de los hombres con todo el abandono de una fe perfecta, que lo vacia de si mismo, y con un celo que lo consuma.

Cordiales, heroicos, compasivos, martires valientes, asi deben ser los hobres que toman y forman una generacion para Dios. Si trabajan solo para cumplir horarios, para lograr un puesto, si son complacientes con los hombres o si les temen, si su fe tiene un fundamento debil en Dios o su palabra, si su entrega flaquea frente a una fase personal o del mundo, entonces no pueden hacerse cargo de la iglesia ni del mundo para Dios.

Dios no necesita grandes talentos, ni gran aprendizaje, ni grandes predicadores, sino hombres grandes en santidad, fe, amor y fidelidad. El predicador debe ser un hombre de oracion. La oracion es su arma mas poderosa. Una fuerza poderosa en si misma, que da vida y fuerza a todos. El sermón verdadero no se realiza en lo secreto, el hombre de Dios se hace en lo secreto, su vida y sus convicciones mas profundas nacieron en su secreta comunión con Dios.

Los hombres que mas lo conocen veran mas razones para acercarse a el con reverencia y temblor. La letra puede estar adornada para atraer y ponerse de moda, pero la atracción no es hacia Dios, ni tampoco la moda es por el cielo. La falla esta en el predicador. Dios no lo ha creado. Nunca ha estado en las manos de Dios como arcilla en las manos del alfarero. Ha estado ocupado con el sermón, su concepto acabado, su fuerza de atracción, pero nunca busco, estudio, sondeo o experimento las cosas profundas de Dios. Nunca estuvo ante “el trono alto y sublime”, nunca vio la vision ni sintio la fuerte corriente de esa santidad ni clamo en absoluto abandono y desesperación bajo el sentimiento de debilidad y décupla, ni fue renovada su vida, ni su corazon tocado, encendido por el carbon vivo del altar de Dios

Su ministerio puede atraer gente hacia el, a la iglesia, a la forma y ceremonia; pero no atraer verdaderamente hacia Dios. La iglesia ha sido blanqueada pero no edificada, complacida, pero no santificada. La ciudad de nuestro Dios se convierte en ciudad de muerte, la iglesia es un cementerio y no un ejercito de lucha. La alabanza y la oracion son ahogadas. El predicador y la predica han ayudado al pecado, no a la santidad, ha poblado el infierno, no el cielo.

La predica que mata es una predica sin oracion. Sin oracion el predicador crea muerte, no vida. El predicador que es debil en oracion lo es tambien en poder de vida. El predicador que haya dejado de tener a la oracion como un elemento eminente y predominante en su propio carácter, ha sacado de su predica el distintivo poder que da vida.

Hay dos tendencias extremas en el ministerio. Una es encerrarse y no comunicarse con la gente. Dos, popularizar ampliamente el ministerio. “el cientifico pierde a Dios en la naturaleza, el predicador pierde a Dios en el sermón”. Hablarles a los hombres por Dios es una gran cosa, pero hablarle a Dios por los hombres es todavía mas grande. Es tarea del pastor estar con el Señor toda la noche. El predicador a fin de entregarse en la oracion de negarse a si mismo tiene la responsabilidad de mirar a su maestro quien “despedida la  multitud, subio al monte a orar aparte y cuando llego la noche, estaba alli solo”.

El orar poco es peor que no orar, la poca oracion es como simular que creemos, una descanza para la conciencia, una farsa y un engaño. La causa principal de mi debilidad y falta de frutos se debe a una incontable falta de voluntad para orar. Puedo escribir, leer, conversar, escuchar con un corazon dispuesto; pero la oracion es mas espiritual e intima que cualquiera de ellas, y mientras mas espiritual es la tarea, mas mi corazon quiere comenzarla. Oracion, paciencia y fe nunca estan reñidas. Hace mucho que aprendi que si alguna vez iba a llegar a ser un ministro, era porque la fe y la oracion me habian convertido en uno de ellos. Cuando mi corazon esta enfocado y libre para orar, todo lo demas es comparativamente facil.

El hombre que ha hecho lo maximo para Dios en este mundo, ha estado temprano de rodillas. La victoria llega durante el esfuerzo, “lo que se anhela sera dado y lo que es dado sera bendecido”. Los grandes martires no lo son por su mente, sino por su corazon, “Jesús lloro”: corazon. Es la uncion divina sobre el predicador la que asegura su consagración a Dios y a su obra.

¡Que nobleza de alma, que motivo elevado y puro, cuanta falta de egoismo y autosacrificio, que tarea exhaustiva, que ardor de espiritu, que tacto divino se requieren para ser un intercesor por los hombres!