EL PODER A TRAVES DE LA ORACION
EDWARD
M. BOUNDS
EL PREDICADOR Y LA ORACION
“Sus sermones duran una o dos horas, pero su vida predica
toda la semana”. El plan de Dios es hacer mucho del hombre, muchos mas de él
que todo lo demas, la iglesia esta en busqueda de los mejores metodos, Dios busca los
mejores hombres. Lleva veinte minutos hacer un sermón, pero lleva
veinte años hacer al hombre. El hombre hace al predicador, Dios hace al hombre.
El sermon crece porque el hombre crece.
La predicación no es sino una vez, la voz en silencio muere,
el texto es olvidado, el sermón desaparece de la memoria, el predicador vive. El hombre
muerto da sermones muertos, el sermón muerto mata.
El predicador debe personificar el evangelio. El poder del
amor debe estar en el predicador como una fuerza sobresaliente, inusual,
inconsciente de si mismo, imperiosa. La energia de negarse a si mismo debe
estar en su ser, su corazon, sangre y huesos. Debe ir hacia delante como hombre
estre hombres, vestido de humildad, que permanece en mansedumbre, astuto como serpiente,
manso como paloma; las ataduras de un siervo con el espiritu de un rey, con la
simplicidad y dulzura de un niño. El predicador debe arrojarse a su trabajo por
la salvacion de los hombres con todo el abandono de una fe perfecta, que lo
vacia de si mismo, y con un celo que lo consuma.
Cordiales, heroicos, compasivos, martires valientes, asi
deben ser los hobres que toman y forman una generacion para Dios. Si trabajan
solo para cumplir horarios, para lograr un puesto, si son complacientes con los
hombres o si les temen, si su fe tiene un fundamento debil en Dios o su
palabra, si su entrega flaquea frente a una fase personal o del mundo, entonces
no pueden hacerse cargo de la iglesia ni del mundo para Dios.
Dios no necesita grandes talentos, ni gran aprendizaje, ni
grandes predicadores, sino hombres grandes en santidad, fe, amor y fidelidad. El
predicador debe ser un hombre de oracion. La oracion es su arma mas poderosa. Una
fuerza poderosa en si misma, que da vida y fuerza a todos. El sermón verdadero
no se realiza en lo secreto, el hombre de Dios se hace en lo secreto, su vida y
sus convicciones mas profundas nacieron en su secreta comunión con Dios.
Los hombres que mas lo conocen veran mas razones para
acercarse a el con reverencia y temblor. La letra puede estar adornada para
atraer y ponerse de moda, pero la atracción no es hacia Dios, ni tampoco la
moda es por el cielo. La falla esta en el predicador. Dios no lo ha creado. Nunca
ha estado en las manos de Dios como arcilla en las manos del alfarero. Ha estado
ocupado con el sermón, su concepto acabado, su fuerza de atracción, pero nunca
busco, estudio, sondeo o experimento las cosas profundas de Dios. Nunca
estuvo ante “el trono alto y sublime”, nunca vio la vision ni sintio la
fuerte corriente de esa santidad ni clamo en absoluto abandono y desesperación bajo
el sentimiento de debilidad y décupla, ni fue renovada su vida, ni su corazon
tocado, encendido por el carbon vivo del altar de Dios
Su ministerio puede atraer gente hacia el, a la iglesia, a
la forma y ceremonia; pero no atraer verdaderamente hacia Dios. La
iglesia ha sido blanqueada pero no edificada, complacida, pero no santificada. La
ciudad de nuestro Dios se convierte en ciudad de muerte, la iglesia es un
cementerio y no un ejercito de lucha. La alabanza y la oracion son ahogadas. El
predicador y la predica han ayudado al pecado, no a la santidad, ha poblado el
infierno, no el cielo.
La predica que mata es una predica sin oracion. Sin oracion
el predicador crea muerte, no vida. El predicador que es debil en oracion lo es
tambien en poder de vida. El predicador que haya dejado de tener a la
oracion como un elemento eminente y predominante en su propio carácter, ha
sacado de su predica el distintivo poder que da vida.
Hay dos tendencias extremas en el ministerio. Una es
encerrarse y no comunicarse con la gente. Dos, popularizar ampliamente el
ministerio. “el cientifico pierde a Dios en la naturaleza, el predicador pierde a
Dios en el sermón”. Hablarles a los hombres por Dios es una gran cosa,
pero hablarle a Dios por los hombres es todavía mas grande. Es tarea del pastor
estar con el Señor toda la noche. El predicador a fin de entregarse en la
oracion de negarse a si mismo tiene la responsabilidad de mirar a su maestro
quien “despedida la multitud, subio al
monte a orar aparte y cuando llego la noche, estaba alli solo”.
El orar poco es peor
que no orar, la poca oracion es como simular que creemos, una descanza para la
conciencia, una farsa y un engaño. La causa principal de mi debilidad y falta de frutos se
debe a una incontable falta de voluntad para orar. Puedo escribir, leer,
conversar, escuchar con un corazon dispuesto; pero la oracion es mas espiritual
e intima que cualquiera de ellas, y mientras mas espiritual es la tarea, mas mi
corazon quiere comenzarla. Oracion, paciencia y fe nunca estan reñidas. Hace mucho
que aprendi que si alguna vez iba a llegar a ser un ministro, era porque la fe
y la oracion me habian convertido en uno de ellos. Cuando mi corazon esta
enfocado y libre para orar, todo lo demas es comparativamente facil.
El hombre que ha hecho lo maximo para Dios en este mundo, ha
estado temprano de rodillas. La victoria llega durante el esfuerzo, “lo que se anhela
sera dado y lo que es dado sera bendecido”. Los grandes martires no lo son
por su mente, sino por su corazon, “Jesús lloro”: corazon. Es la uncion
divina sobre el predicador la que asegura su consagración a Dios y a su obra.
¡Que nobleza de alma, que motivo elevado y puro, cuanta
falta de egoismo y autosacrificio, que tarea exhaustiva, que ardor de espiritu,
que tacto divino se requieren para ser un intercesor por los hombres!