¿QUIÉN ES MI PRÓJIMO?
Cada día frecuentamos con personas que tienen
una u otra necesidad. A las cuales nos acercamos pensando ayudarlas ¡Sin
embargo nos mantenemos a una distancia prudencial formulando preguntas
agradables y haciendo comentarios corteses!
Hasta llegamos a decir: “déme una llamada si
me necesita”
¡Si, claro!
Seamos sinceros, ¿Cuándo fue la ultima vez
que alguna persona necesitada le “dio una llamada”? ¿De veras piensa que eso
llegara a suceder? Y aun si alguien lograra juntar coraje para levantar el teléfono,
¿seria cierto su comentario respecto de ayudarlo?
Temprano en la vida aprendemos a decir las
palabras adecuadas, sin embargo en lo profundo ninguna de ellas se pronuncia
con sinceridad.
UN
SAMARITANO COMPASIVO (Lc. 10:30-35).
Dicho sin rodeos, un samaritano era mestizo.
Los verdaderos judíos aborrecían tanto a los samaritanos que rehusaban todo
contacto con ellos. Incluso detestaban la idea de tener polvo samaritano en sus
sandalias. Si un judío del sur tenia planes de visitar Galilea, al norte, como
Samaria estaba justo en el medio de ese viaje, prefería rodearla antes que
cruzarla.
Recuerde que Jesús contó esta historia para
responder a la pregunta “¿Quién
es mi prójimo?” Pero a medida que se desarrollaba la historia, se hizo
evidente para todos que su respuesta no debía estar relacionada con geografía… ni
raza… ni estilo de vida.
Los tres hombres de la historia de Jesús
“vieron” al que fue desnudado, golpeado y abandonado. Pero solo uno, el
samaritano mestizo, sintió COMPASIÓN
por el hombre.
Incluso hoy, la COMPASIÓN
hace eso.
Invariablemente, la COMPASIÓN
dice: “Involúcrate. Extiéndete. Arriésgate.
No puedes ignorar las necesidades de esta persona. Te interesas demasiado para seguir de largo”. Otro
escritor del nuevo testamento percibe a la compasión como el elemento que hace que
el cristianismo sea autentico. Al igual que una moneda de una sola cara, la fe
sin obras es una falsificación.
Preste atención a como lo dice Santiago:
“Hermanos
míos, ¿de que le sirve a uno alegar que tiene fe si no tiene obras? ¿Acaso podrá
salvarlo esa fe? Supongamos que un hermano o una hermana no tiene con que
vestirse y carece del alimento diario y uno de usted les dice: “que les vaya
bien; abríguense y coman hasta saciarse”, pero no les da lo necesario para el
cuerpo ¿de que servirá eso?”
Obviamente, el samaritano de la historia de Jesús demostró fe autentica. Su COMPASIÓN puso manos a la obra.
Considere su genuina preocupación.
- Se
acerco a la victima.
- Le
curo las heridas con vino y aceite.
- Vendó
las heridas del desconocido.
- Monto
al desconocido sobre su propia cabalgadura.
- Se
quedo durante la noche cuidando del hombre.
- Se
hizo cargo de los gastos, incluso prometiendo regresar y pagar cualquier
otro gasto que pudiera incurrirse (algo así como dejarle su tarjeta visa
al dueño del alojamiento).
Hasta
donde sabemos nosotros, el samaritano no le dirigió ni una sola palabra de
compasión al viajero herido. Sencillamente
se arremango y la demostró.
- ‘Comienza Ya’, Charles R. Swindoll
No hay comentarios:
Publicar un comentario