A SOLAS CON DIOS
JOHN
MACARTHUR
“No hay ejercicio espiritual que sea tal
mezcla de complejidad y simpleza. Es la forma más sencilla de hablar que los
labios de un bebé pueden emitir, pero es el esfuerzo más sublime que llega al
Majestuoso en los cielos. Es tan apropiado para el antiguo filósofo como para
el niño más pequeño. Es la exclamación de un momento y la actitud de toda una
vida. Es la expresión del resto de la fe y de la lucha de la misma fe. Es una
agonía y un éxtasis. Es sumiso y sin embargo insistente. En un momento se
aferra a Dios y ata al diablo. Se puede enfocar en un solo objetivo y puede
deambular por todo el mundo. Puede ser una vil confesión y una absorta adoración.
Inviste al hombre insignificante con una especie de omnipotencia”.
J. Oswald Sanders
Muchos
creyentes tienen problemas con esta actitud hacia la oración. Debido a que la
comunión con Dios es tan vital y la oración tan efectiva para el cumplimiento
del plan de Dios, el enemigo intenta constantemente introducir errores en nuestro
entendimiento y compromiso con la oración.
Para
muchos, la oración ha sido reemplazada
con la acción pragmática. La función anula la comunión con Dios; los ajetreos
desplazan la comunicación. Para otros, la oración carece de admiración y
respeto. Sus esfuerzos son superficiales,
irrespetuosos e irreverentes. Luego están aquellos que creen que la oración se
diseñó para exigir y reclamar a Dios.
Ellos intentan forzarlo a que haga lo que creen que él debería hacer por ellos.
Finalmente, para otros la oración no es nada más que un rito.
Usted puede que considere a la oración con el mayor
respeto posible, pero se da cuenta de que su propia práctica carece de propósito
y vitalidad, así que no pasa tiempo con Dios como sabe que debería hacerlo.
Martyn
Lloyd-Ioncs escribe:
“Es la actividad más sublime del alma humana,
y por lo tanto es al mismo tiempo la prueba máxima de la verdadera condición
espiritual del hombre. No hay nada que diga tanto la verdad sobre nosotros como
cristianos que nuestra vida de oración... En última instancia, por lo tanto, el
hombre descubre la condición real de su vida espiritual cuando se examina en
privado, cuando está a solas con Dios... ¿Y no sabemos todos lo que es
descubrir que, de algún modo, tenemos menos que decirle a Dios cuando estamos
solos que cuando estamos en la presencia de los demás? No debería ser así; pero
lo es a menudo. Así que cuando dejamos la esfera de las actividades o tratos
externos con otras personas, y estamos a solas con Dios, es que realmente
sabemos dónde nos encontramos en el sentido espiritual'.
Debido a que para varios de nosotros, la sociedad es
libre y próspera, es más fácil que los cristianos se sientan seguros
presumiendo de la gracia de Dios que dependiendo de ella.
Al
haberse vuelto tan dependiente de sus recursos físicos, sienten poca necesidad
de los recursos espirituales. Cuando los programas, métodos y dinero
producen resultados impresionantes, hay una inclinación a confundir el éxito
humano con la bendición divina.
Antes
del día de Pentecostés, los 120 discípulos se reunieron en el aposento alto y
"perseveraban unánimes en oración" (Hch. 1:14). Esto no cambió
incluso cuando 3.000 fueron añadidos a la comunidad en el día de Pentecostés
(2:42).
“El alma no siempre
debe estar ejercitando la oración, pero siempre funcionando en la energía de la
oración; no siempre en realidad orando, pero siempre orando intencionalmente'.”
Charles Spurgeon
“ORAD SIN CESAR”
Obedecer esta
exhortación significa que, cuando somos tentados, presentamos la tentación a
Dios y pedimos su ayuda. Cuando experimentamos algo bueno y hermoso,
inmediatamente le agradecemos al Señor por ello. Cuando vemos el mal alrededor
nuestro, le pedimos a Dios que lo conduzca y que nos permita ayudar a
lograrlo, si así él lo desea. Cuando nos encontramos con alguien que no conoce
a Cristo, oramos para que Dios acerque a esa persona hacia él y nos use
para ser un fiel testigo. Cuando encontramos problemas, nos volvemos a Dios
como nuestro Libertador. De este modo, la vida se convierte en una oración
continuamente ascendente: Todos los pensamientos, obras y circunstancias de la
vida se convierten en una oportunidad para tener comunión con nuestro Padre
celestial. Así ponemos nuestras mentes "en las cosas de arriba, no en las
de la tierra" (Col. 3:2).
Orar
todo el tiempo necesita que se esté en varias posiciones porque usted nunca
va a estar en la misma posición todo el día. En la Biblia , la gente oraba
De
pie (1 Re. 8:22),
Levantando
las manos (1 Tim. 2:8),
Sentados
(2 Sam. 7:18),
De
rodillas (Mr. 1:40),
Mirando
hacia arriba (Jn 17:1),
Inclinados
(Éx. 34:8),
Poniendo
la cabeza entre las rodillas (1 Re. 18:42),
Golpeándose
el pecho (Lc. 18:13), y
En
dirección a Jerusalén (Dn. 6:10).
LAS CIRCUNSTANCIAS
Mientras
que algunas personas piensan que la oración debería ser muy formal, la Biblia documenta que la
gente oraba en muchas y diversas circunstancias, así como con diferentes expresiones.
Oraban con
Ropa
de aflicción (Sal. 35:13),
Sentados
en cenizas (Job 1:20, 21),
Golpeándose
el pecho (Lc. 18:13),
Llorando
(Sal. 6:6),
Echando
polvo sobre sus cabezas (Jos. 7:6),
Rasgando
sus vestiduras (Esd. 9:5),
Ayunando
(Deut. 9:18), gimiendo (Sal. 6:4-6),
Con
fuerte clamor y lágrimas (He. 5:7),
Como
sudando sangre (Lc. 22:44),
Quebrantados
de corazón (Sal. 34:18),
Haciendo
sacrificios (Sal. 20:1-3) y
Cantando
himnos (Hch. 16:25).
EL LUGAR
En
la batalla (2 Cr. 13:14, 15),
En
una cueva (1 Re.]9:9,10),
En
una habitación (Mt. 6:6),
En
un huerto (Mt. 26:36-44),
En
un monte (Lc. 6:12),
Junto
a un río (Hch. 16:13),
En
la playa (Hch. 21:5, 6),
En
la calle (Mt. 6:5),
En
el templo (l Re. 8:22-53),
En
la cama (Sal. 4:3,4),
En
una casa (Hch. 9:39,40),
En
el vientre de un pez (Jn. 2:1-10),
En
una azotea (Hch. 10:9),
En
una cárcel (Hch. 16:23-26),
En
el desierto (Lc. 5:16) y
En
una cruz (Lc. 23:33, 34,46).
En
1 Timoteo 2:8, Pablo dijo: "Quiero,
pues, que los hombres oren en todo lugar. .. ". Para el cristiano fiel y lleno del Espíritu, cualquier lugar se convierte en un lugar de oración.
EL TIEMPO
Las
Escrituras que mostraban a gente orando
Tres
veces al día (Dn. 6:10),
En
la noche (Mr. 1:35),
Antes
de las comidas (Mt. 14:19),
En
la novena hora o sea las 3:00 p.m. (Hch. 3:1),
A
la hora de dormir (Sal. 4:4),
A
la medianoche (Hch. 16:25),
Día
y noche (Lc. 2:37; 18:7),
A
menudo (Lc. 5:33),
En
la juventud (Jer. 3:4),
En
la vejez (Dn. 9:2-19),
Cuando
están en problemas (2 Re. 19:3,4),
Todos
los días (Sal. 86:3)
Siempre
(Lc. 18:1; 1 Ts. 5:17).
La
oración es apropiada en cualquier momento, cualquier postura, cualquier lugar,
bajo cualquier circunstancia y con cualquier atuendo. Debe ser una manera de
vivir completa, una comunión abierta y continua con Dios. Después de acoger todos
los infinitos recursos que son suyos en Cristo, jamás crea que ya no depende
del poder de Dios minuto a minuto.
VIGILANCIA
Jesús
les pidió a Pedro, Jacobo y Juan que vigilaran mientras él oraba (Mt. 26:38).
Él regresó poco después y los halló durmiendo, así que le dijo a Pedro: "¿Así que no habéis podido velar ni una sola hora
conmigo? Velad y orad, para que no entréis en tentación. El espíritu, a la verdad, está dispuesto; pero la carne es débil" (v. 40, 41).
Obviamente,
Pedro aprendió esta profunda verdad del hecho de no permanecer despierto, ya
que escribió en su primera epístola: "Sed,
pues, prudentes v sobrios en la oración" (1 Pe. 4:7).
ESPECIFICAMENTE
"Y todo lo que pidáis en mi nombre, eso haré,
para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís alguna cosa en mi nombre,
yo la haré" (Jn 14:13, 14). Aquellos creyentes que buscan
constantemente al Señor tienen preocupaciones específicas; si usted no está
alerta a los problemas y necesidades específicos
de otros creyentes, no podrá orar por ellos específicamente y de todo corazón.
La
sensibilidad a los problemas y necesidades de los demás, incluyendo otros creyentes
que están pasando por pruebas y dificultades, nos llevará a orar por ellos
"de noche y de día" como
Pablo lo hizo por Timoteo (2 Tim. 1:3).
Estas
parábolas exponen los argumentos a favor del valor de la oración persistente.
“Les dijo también: - Supongamos que uno de
vosotros tiene un amigo y va a él a la medianoche y le dice: "Amigo, préstame
tres panes, porque ha llegado a mí un amigo de viaje, y no tengo nada que poner
delante de él". Le responderá aquel desde adentro: "No me molestes; ya
está cerrada la puerta, y mis niños están conmigo en la cama; no puedo
levantarme para dártelos" Os digo que, aunque no se levante a dárselos por
ser su amigo, ciertamente por la insistencia de aquel se levantará y le dará
todo lo que necesite. y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad y hallaréis; llamad,
y se os abrirá, Porque todo aquel que pide recibe, y el que busca halla, y al
que llama se le abrirá" (Lc. 11:5-10).
Les
refirió también una parábola acerca de la necesidad de orar siempre y no
desmayar.
Les dijo: "En
cierta ciudad había un juez que ni temía a Dios ni respetaba al hombre. Había
también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él diciendo: 'Hazme
justicia contra mi adversario'. Él no
quiso por algún tiempo, pero después se dijo a sí mismo: 'Aunque ni temo a Dios ni respeto al hombre, le haré justicia a esta viuda, porque no me
deja de molestar; para que no venga
continuamente a cansarme". Entonces
dijo el Señor: "Oíd lo que dice el juez injusto. Y Dios no hará justicia a sus
escogidos que claman a él de día y de
noche: ¿Les hará esperar? Os digo que los defenderá pronto ...
" (Lc. 18:1-8).
“Hermanos, ¡cuántas
veces le pedimos a Dios, y no recibimos porque no esperamos lo suficiente en la
puerta: Tocamos una o dos veces la puerta de la misericordia, y como no abre la
puerta un mensajero amistoso, nos vamos por nuestro lado. Demasiadas oraciones
son como los golpes desenfrenados que dan los niños en las puertas y luego
cuando se abre la puerta, el niño ya se ha ido. Oh, por gracia permanezca cara
a cara con el ángel de Dios, y nunca, nunca, nunca, suelte el agarre; sintiendo
que la causa que abogamos es una en la cual debemos tener éxito puesto que
almas dependen de ello, la gloria de Dios está conectada a ello, la condición
de nuestro prójimo está en peligro. Si pudiéramos entregar en oración nuestra propia
vida y las de aquellos que más queremos, lo haríamos; sin embargo no podemos
entregar las almas de los hombres, debemos instar y rogar una y otra vez hasta
obtener la respuesta”.
Charles Spurgeon
No se nos escucha por
las muchas palabras que usamos, sino por el gemir de nuestros corazones. El
hombre que fue donde su amigo para pedirle pan no recitó una petición
preestablecida, él rogó por lo que necesitaba. Lo mismo es cierto acerca de la
viuda, ella clamó por protección al que tenía el poder para contestar su
pedido. La oración persistente y continua que sale de lo más profundo de su ser
es lo que mueve el corazón de nuestro compasivo y amoroso Dios.
ORACION EN EL ESPIRITU
Orar
en el Espíritu es orar en el nombre de Cristo, esto es, orar de acuerdo a su
naturaleza y voluntad. Orar en el Espíritu es orar en completo acuerdo con el
Espíritu, quien "nos ayuda en
nuestras debilidades; porque cómo debiéramos orar, no lo sabemos; pero el
Espíritu mismo intercede con gemidos indecibles [palabras verdaderas que no son
pronunciadas, no expresiones pronunciadas que no son palabras]. Y el que escudriña
los corazones sabe cuál es el intento del Espíritu, porque él intercede por los
santos conforme a la voluntad de Dios" (Ro. 8:26,27).
Cuando oramos en el
Espíritu, alineamos nuestra mente y deseos con su mente y deseos, los cuales
concuerdan con la voluntad del Padre y del Hijo. ¿Cómo hacernos que nuestras oraciones estén de
acuerdo con el Espíritu? Caminando en la llenura del Espíritu. A medida que su
vida se llene con el Espíritu (Ef. 5: 18) Y camine en obediencia a él, él
gobernará sus pensamientos para que sus oraciones estén en armonía con las de
él. A medida que se somete al Espíritu Santo, obedece su Palabra y depende de
su guía y fortaleza, usted será atraído a tener una comunión cercana y profunda
con el Padre y el Hijo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario